miércoles, 25 de noviembre de 2009

La triste realidad universitaria



¿A dónde va el egresado?

Básicamente para mi la carrera se divide en dos partes. Una de Tesis o teórica que es la parte en la que se forman los alumnos en un salón de clases y una de Praxis que es donde se desarrolla el programa para presentar un trabajo de investigación para presentar una tesis y sustentar un examen profesional y finalmente obtener un grado.

Teóricamente lo visto en las aulas prepara al alumno para enfrentar lo visto en el campo de acción propio a la profesión, pero la realidad supera en mucho lo visto en la escuela.

La calidad de un profesionista, luego profesional no se ve reflejado plasmado en sus notas o en su desempeño académico sino en su capacidad de desarrollar y aplicar por cuenta propia lo relativo a su profesión.

Un buen amigo y colega decía: Que hasta el momento en que uno es Egresado es cuando se demuestra que tanto interés tiene por estudiar, por investigar, por innovar y actualizarse en lo que es su profesión, pues si bien es cierto que la calidad de los estudios depende en mucho de la institución educativa que los imparte, desde su infraestructura hasta la calidad de sus programas de estudio y su personal docente, la labor mayor depende del ímpetu y el interés legitimo del alumno.

Pero en México la realidad es que la gran mayoría de las universidades en general forman "Mediocres" en lugar de "Emprendedores", pero esto no es un educativo sino cultural, porque no hay cultura de la investigación; porque es costosa, porque no se aplica, porque no le interesa al gobierno, porque es mediana en lo comercial y prácticamente nula en lo social, porque no hay cultura de la innovación y la tecnología, porque no hay cultura del desarrollo humano, porque se pretende que los egresados de las universidades edifiquen sobre bases antiguas y obsoletas.

Hay excesiva oferta educativa contra la demanda laboral real que sólo alimenta el desanimo y la desilusión generalizada, el desempleo y la posterior resignación al subempleo, al comercio informal y en el peor de los casos a la delincuencia y el crimen organizado.

La solución no está sólo en mejorar y mantener actualizados los programas de estudio, sino en fomentar la cultura de la investigación, la innovación tecnológica y el desarrollo humano y crear las bases para que esto sea una realidad tangible y alentadora y no sólo una más entre miles y miles de campañas políticas vacías que hemos escuchado durante décadas en éste país.