lunes, 6 de febrero de 2012

2 años y contando…

Aquella lluviosa mañana del 4 de febrero de 2010, cerca de las 7:00 am menos 10, llegué a un primer día de trabajo en esta cadena de farmacias del “El caballero de Dios” ( para quienes son entendidos.) creyendo –recuerdo- que era una farmacia de 24 horas y que tal vez los compañeros del turno de la noche ya me estarían esperando y con la sorpresa de que aún pasadas de la 7:00 am aún no llegaban, después lo entendería…

Esa fría mañana mi futura Jefa (Araceli) y compañero; y jefe posteriormente (Adán), llegaron cerca de las 7:40 am a abrir las puertas de lo que sería (desde ese entonces y hasta su desaparición en Octubre de 2011) como mi “segunda casa”. La Farmacia 083 de la cadena, “la de Camino a San José de Gto.”

Un comunicólogo frustrado como yo después de mucho peregrinar sin trabajo pensó pa’ sus adentros, con cierto aire de mucha resignación, que este trabajo “sólo sería por un par de meses” en lo que- me decía yo mismo-encuentras un mejor trabajo, en lo tuyo.

Pasados los meses me fui acoplando a los que fueron por un buen rato mis compañeros de trabajo y a sus variados caracteres: Adán, El Chino (Alias “Luis Alberto”) y la Mechuda (Alias “Doña Mercedes”) y por supuesto Ara (Alias “Araceli”), pero fue con mis dos compañeros Adán y El chino con quienes de alguna manera casi sobreentendida se hizo un pacto de Respeto y Lealtad, por lo menos entre nosotros tres, en una especie de “Tú no te metes conmigo y yo no me meto contigo. Tú no te metes en mis asuntos y yo no me meto en los tuyo” y creo-casi podría asegurarlo-que fue esto lo que evito roses y problemas entre nosotros.

Muy por el contrario y después de unos días en que el chino me veía como vaquero del viejo Oeste a punto de disparar en pleno duelo, empezamos a conocernos y a convivir en esa hermosa etapa de 7 meses en la que prácticamente nos volvimos “los de la tarde”.

Con el Chino aprendí desde recibir y dar factura a los proveedores hasta la papelería, aventarme uno que otro pollito con los de oficinas, a lanzar pases con los detergentes de almacén, hacerla al artista con los preciadores y asustar a Denisse (la promotora médica de Nadro) con todo el ingenio del que éramos capaces.
Recuerdo -como no- a la que yo llamé “Terapia chicarronera”, en la que sentados en el piso abríamos una bolsa de Frituras, le poníamos salsa y discutíamos de manera pormenorizada sobre nuestros problemas sentimentales y nuestros sueños mezclados con uno que otro chiste o el comentario de algún libro de los que yo leía para matar el ocio de las horas bajas.

Tras la renuncia del “Chino” en Agosto de 2010, comenzaría una época de desfile de personas por esa farmacia, desde Lorena hasta Noemí, Rosario, Adriana, Rodrigo, Sabina y Wendy por mencionar algunos (ya menciones en un artículo previo llamado "Yo también estuve en la 083"), en la que me relacione ahora con mi compañero y jefe por circunstancias Adán.

Con él viví la etapa final de la historia de la Farmacia 083 (Nacida un 21 de Marzo de 1998), en aquellas mañanas en que matábamos el tiempo con el periódico ilusionándonos con encontrar un trabajo que nos sacará de un barco que podía zozobrar de un momento a otro, comiendo aquellas tortas del “Cejas” o calentando la comida de casa en el “Horno” (No de microondas, aclaro) o con una taza de café discutiendo sobre el país, la situación, la corrupción, los políticos y los ideales revolucionarios de un cambio, algo que no hacía desde que la “Tertulia” se reunía en la cafetería de la universidad para “Componer el mundo”.

Aquellas platicas con Rosario y su enrojecimiento cuando corrompía sus castos oídos, o con Wendy mientras se distraía mandándole el mensaje 1001 del día a su novio el cual seguramente suspiraba por ella desde Guadalajara, con Sabina una mujer un poco cayada pero con mucho criterio y observación, Con “El Rock” aficionado al los juegos de destreza mental y quien podía pasar largas horas hablando y saboreándose imaginariamente “unas queditas”(léase frías chelas) y las veces que pude incluso llorar para deshágame con mi amiga del alma Adriana

Aquella despedida sin pormenores de Adán tras cerrar la farmacia y agarrar cada uno para farmacias distintas.

Mi llegado a la Farmacia 135 (la de Irrigación), y el compartir esos momentos de platicas en confianza con Sofí (como tragábamos), con Samanta y su idilio romántico con un flaco X, los momentos de extrema neurosis con la señora Irene quien podía ponerte los pelos de punta en un segundo o aquellas mañanas con Flor (La encargada) cuando yo no quería trapear para no enfermarme de “la Influencia”- según decía yo- y el estar pealando por cambiarle la estación al radio.

Aquel inesperado cambio a la Farmacia 105 a finales del 2011 y aquella llegada en que me sentí como un extraño, como un Intruso, cuando conocí a Rosario (aclaro no la que trabajó conmigo en la 083) que en un principio me inspiraba mucho miedo y a veces algo de coraje; en eso momentos en que me decía a mi mismo ¿Qué hago aquí?. Empezando de nuevo por tercera vez, pero a quien debo confesar, después de todo logro sacarle una que otra carcajada con mis peripecias.

Irme adaptando a la que por tercera vez es mi “segunda casa” con mi “Mugrero” (como dice Rosario) con mi Cocina y mi Ropero, mi Café y mi Música con mis compañeras (todas mujeres ¡Caray!). Carla y su ¡Ay Otavio! cuando me falla algo (muy pocas veces se los juro, je je) Ivonne y su ¡Cuando No! y a quien no le gusta mi “Barridota”, porque dice – según sus nervios- que dejo papales y basura ¿Qué raro? digo yo. Madahí y su excentricidad y desparpajo para decir las cosas, y Mara a quien le pegan esos asuntos de la falta caballerosidad, y no es que yo sea así, es que soy un poco distraído....

Son muchas las historias de lo que han sido estos dos años, en este corazón más que roto y re-remendado, con el dolor y el amor de grandes amigos, de grandes historias, en lo que iba a ser algo temporal y se volvió algo a temporal, en donde, como dijera Steve Jobs, trato de unir esos punto hacia atrás, para aprender, para aceptar, para crecer, para entender o esperar que se unan en un futuro y sea este quién me dé las respuestas.

Y aunque es poco lo que puedo contarles sobre las Farmacias 135 y 105 (donde actualmente laboro), no por el tiempo sino por lo que marcaron en mi vida, también fueron parte de estos dos años memorables, la última parte de estos dos años que se fueron como agua entre mis manos pero que han dejado una profunda huella.
Hoy sólo puedo decir, después de todo, que han pasado ya dos años y gracias a Dios aún contando…