lunes, 4 de abril de 2011

Cuando cae el telón (porque quisiera morir)


Buenos días queridos lectores se que he andado casi cuatro meses fuera de combate, fuera de línea y fuera de forma, pero ya estoy de regreso después de algunos raspones emocionales a causa de aventuras y desventuras, encuentros y desencuentros y la falta de una computadora con la cual escribir íntimamente, pero aquí esto de nuevo y ¡Al ataque!!

Cuando era niño (no se a que edad) un día me planteé “Si la mente tuviera un interruptor para apagarla, por supuesto que la apagaría, descansaría y quizás volvería a empezar…” Este era un deseo, una idea metafórica de una mente no sólo capaz de generar ideas, sino esquemas completos de pensamiento (ideas intrincadas con cierta relación lógica) De niño no fui muy feliz, y sin afán de conmiseración, he tratado durante muchos años de mi vida encontrar una causa a mi sentimiento constante de soledad subjetiva que he experimentado desde ese entonces. Eso de estar, pero no sentirse conectado o parte de determinado entorno nunca, lo que algunos llaman “vacío existencial” que me hace preguntarme ¿Por qué debo estar aquí? ¿Tiene algún sentido? Entonces se formulo en mi la idea de “muerte”

La muerte es parte de la vida, de todo que existe. Es el final de algo que alguna vez fue y ya no es…

Tuve varios encuentros con el concepto de “muerte”. El primero ocurrió cuando tendría entre 3 o 6 años, cuando un día caminando por la calle, de la mano de mi madre, vi a un indigente, sangrando de un oído, no se movía y a mi parecer “estaba muerto” y eso para mi fue “choque emocional” muy fuerte...

En otra ocasión vi a una señora llorando ante el cadáver de un perro callejero que llevaba algunos días en agonía, sus lamentos parecían más una manifestación de dolor por la muerte misma que por el animal en sí.

La muerte de una parienta de mi padre (no se que tan joven era) quien murió victima del cáncer y fue incinerada. Al pensar en sus restos volviéndose ceniza, me pasmo la idea de pensar en algo que existe y al siguiente segundo ya no existe.

La última fue la de mi querida amiga (A quién llamaré “Xan”, en respeto a su memoria). Debo aclarar que ya antes habían muerto parientes cercanos, como mi abuela paterna y mi abuelo materno, pero nunca me había enfrentado a la muerte de alguien tan cercano como ella, a causa de una neumonía que acabo con su vida en tan solo 15 días.

La muerte puede tener muchas causas, accidentes de toda clase, homicidio o enfermedad. La muerte de mi amiga me hizo reflexionar sobre esta última. Xan murió de una enfermedad que sólo la afecto a ella, nadie, ni su novio que tenia una relación estrecha con ella y quien solo padeció una fuerte gripa un par de día, se vio tan afectado como Xan.

Algo que me quedo claro a razón de la enfermedad es que si bien no somos inmunes a contagiarnos por el ambiente poco aséptico en el que transitamos, el estado emocional en el que nos encontremos influye en el nivel de respuesta de nuestras defensas ante virus o bacterias. La baja moral produce una baja respuesta de las defensas y un mayor esfuerzo para aliviarse. Tal vez por eso yo me enfermaba más y más constantemente que cualquiera de mis familiares. Para los que hemos experimentado la depresión y las ideas de suicidio, y me atrevería a decirlo sin temor a equivocarme, el concepto de “suicidio emocional”, es decir desmoralizarse a un nivel tan bajo que cualquier enfermedad o accidente podría ser fulminante.

Tal vez por eso las enfermedades se vuelven más fuertes, por algo que también me atrevería a llamar “aprendizaje genético” en el que los virus y las bacterias aprenden a responder a los medicamentos (Tal vez por eso los antibióticos tienen cada vez menos efecto y por ello sea loable su restricción)

Entendiendo que la muerte en muchas ocasiones precedió a una larga agonía y a un episodio anterior de fuerte depresión, puedo pensar que detrás de todo ello se encuentra el mundo de las ideas o mejor dicho las ideas que nos formamos de los hechos y lo que en lo profundo de nosotros significan.

Del “miedo madre” es, que para mi, es el miedo a la muerte derivan, el miedo a fracasar a no tener dinero o a quedarse solo, etc. Y tomando una idea de Víktor Frankl suena lógico plantearse “A menos que este 100% de que voy a morir, en un periodo muy próximo, no debería tener miedo a nada” es el significado que damos a los hechos lo que nos lleva para allá, al “miedo madre”.

Personalmente siempre me he preguntado ¿Por qué diablos mi mente sobredimensiona el significando de muchos hechos?. Aumenta mi ansiedad y aumenta mi miedo, entonces vienen esas ideas de muerte, me deprimo y me enfermo.

Personalmente experimento periodos de esta índole a los que llamo “mis episodios” de ansiedad-lucra-miedo. Estos “episodios” llegan a durar entre una hora u hora y media aproximadamente en los que mi mente genera “Nada tiene sentido” y construyo esquemas en lo que me imagino “Lo que pasaría si yo me muriera” incluso deseando y planeando como lograrlo, momentos de verdadera locura, luego la repentina calma.

He lideado con estos esquemas desde que tenía 7 años sin saber aún ¿Por qué?, pero trato por muchos medios de levantarme día a día, la lucha no termina, algunas veces se vuelve más intensa, aunque cada día se aprende un poco más de sí mismo evolutivamente, porque para mi no hay involución, sino miedo a continuar, a dar el siguiente paso

He buscado muchos caminos que me lleven a entender, algunos han fracasado, algunos han funcionado, algunos no tanto, pero voy aprendiendo.

Tal vez cuando cae el telón, no es porque la función ha terminado, tal vez es porque tenemos miedo a continuar con el segundo acto, no nos sentimos fuertes o tememos de pronto olvidar nuestras líneas o tal vez creemos que no hay ya segundo acto.

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